domingo, 19 de mayo de 2013

"NADIE MUERE: LA MUERTE NO EXISTE"

Entrevista con Paloma Cabadas - psicóloga e investigadora de la conciencia. (Victor Amela)







Tengo 51 años y nací y vivo en Madrid. Soy psicóloga e investigadora de la conciencia. Estoy soltera, sin hijos. ¿Política? La conciencia está más allá de la política. Ni tengo creencias religiosas ni necesidad de aferrarme a un amortiguador de la muerte: ¡vivo sin miedo a la muerte! El miedo a la muerte es sólo miedo al cambio.
-La muerte asusta.
-Es sólo un proceso vital.
-Pues menudo proceso vital.
-Es sólo un umbral.
-Un umbral a la nada.
-¿Cómo lo sabe usted?
-A lo desconocido, en todo caso.
-La muerte es un umbral a otros niveles de realidad de la conciencia.
-La conciencia se extingue con la muerte.
-Se extingue la conciencia de tiempo cronológico, y el cuerpo físico perecedero. Pero queda conciencia de un campo de energía, con prestaciones distintas a las corporales.
-¿Cómo lo sabe?
-Porque podemos saltar a otros niveles de conciencia, experimentarlos, y así apreciar que la conciencia pervive más allá de este cuerpo humano. ¡Somos más que un cuerpo!
-Supongamos que le creo…
-No tienes que creerme: siéntelo, vívelo.
-¿Usted lo ha vivido?
-Sí. De modo espontáneo experimenté una salida lúcida de mi cuerpo: una mañana estaba tumbada en el sofá, leyendo, y me quedé dormida. En seguida recuperé lucidez: mi cuerpo dormía…, ¡pero yo salía de él en un cuerpo sutil! Y recorrí la casa y el jardín.
-Fue un sueño.
-No, era real. Sentía gran alegría. Quise volver al cuerpo para sentirla más fuerte aún…, y al instante descendí hasta encajar en este cuerpo denso, y me incorporé en el sofá.
-¿Y qué hizo luego, ya en su cuerpo denso?
-Dedicarme a investigar en mi conciencia, ahondar en más experiencias lúcidas, conocerme más en términos de evolución de la conciencia… ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué sentido tiene la vida humana?
-¿Y ya lo sabe?
-Ahora sé que debo hacer evolucionar mi conciencia, que debo vivir con lucidez: si vivo con lucidez, tendré una muerte lúcida.
-¿Y en qué consiste vivir con lucidez?
-En no ser esclavo de fluctuaciones de tus hormonas. Y en no obsesionarte por la hipoteca y el trabajo: en controlar tu energía.
-Qué difícil…
-Ya: es más fácil derrochar tu energía vital en todo eso… Pero te desvitalizas. Y así, en verdad, no estás viviendo: ¡ya estás muerto!
-Pues estoy muerto.
-Temes vivir de verdad, vivir lúcidamente. Los apegos materiales nutren el llamado miedo a la muerte. Ese miedo a la muerte es miedo al cambio y a la renovación, miedo a perder poder sobre lo que crees poseer.
-Poseo este cuerpo, que me lo da todo.
-Tú eres más que este cuerpo.
-Me conformo con él, no quiero perderlo.
-Tu cuerpo es una realidad virtual. Tú eres tu conciencia, ¡no tu cuerpo! Eres una conciencia individual que opera a través de este cuerpo, que es sólo de usar y tirar.
-¿Yo ya era yo antes de este cuerpo, pues?
-Y seguirás siendo tú cuando dejes este cuerpo. Por eso nadie muere: no hay muerte.
-Visto así, soy una conciencia eterna…
-Sí, pero no estática, porque evoluciona.
-¿Hacia dónde?
-Hacia un estado de conciencia sin necesidad de forma. La forma (cuerpo) te da información, es una escuela que invita a conocerte, a drenar conflictos en tu conciencia… Hasta que no necesites ya adoptar forma.
-¿Qué conflictos son ésos?
-Dialoga sinceramente contigo: “¿Qué utilidad significativa tiene mi vida aquí? ¿Por qué me pasa lo que me pasa? ¿Para qué?”.
-¿Y de veras hay respuestas para eso?
-Si te lo permites, irán llegándote pistas… Y así dejarás de ser un autómata, y serás tú.
-¿Y entonces ya no temeré enfermar, envejecer, sufrir, morir?
-¿Y no será que temes resolver conflictos en ti, que no estás haciéndolo, que sólo estás pasando el rato en esta vida? ¿Estás perdiendo el tiempo, y lo intuyes…? ¡Ah, claro que temes entonces a la muerte! Pero no por la muerte en sí, sino por enfrentarte a ti mismo.
-Uf…
-Te castigas. No lo hagas: reconcíliate, perdónate, suelta lastre… La vida quiere que tú estés bien. Pregúntate ¡ya! a qué temes de veras: ¡recuerda que tras la muerte de tu cuerpo sólo tu conciencia persiste, no otra cosa!
-¿Tememos a algo más que a la muerte?
-¿Aquí? A la soledad, a no gustar, a no ser queridos, a expresar afectos, a compartir…
-¿Salir un ratito del cuerpo me ayudaría?
-¡Te sucede cada noche al dormirte!
-Pues si es así, luego no recuerdo nada…
-Un sueño de volar es una salida extracorporal. Para que la salida sea lúcida debes educarte, practicar. Una salida extracorporal lúcida nos da conocimiento sobre la conciencia: es un acelerador de tu evolución.
-¿Y cómo se hace?
-Es difícil provocarlo a voluntad, es un proceso natural: todos hemos experimentado estados disociados de conciencia. “Se me fue el santo al cielo”, decimos. Está vinculado a meditación, a trances emocionales, a crisis… No los temamos: ¡explorémoslos…!
-¿Y si se muere alguien querido? Duele…
-¡Sigue queriéndole aunque ya no le veas! Con el dolor, nos olvidamos de amar. El dolor es la unidad de medida de nuestra resistencia al cambio… Piensa amorosamente en ese alguien: ¡no está muerto, sigue vivo!
-Pero eso no te quitará la pena…
-¡Piensa en lo que esa persona hizo, en lo que ha legado, en que su vida no fue en vano!
-Y a la muerte de un niño, ¿de verdad puede verle usted algún sentido?
-Hay conciencias evolucionadas a las que les quedaba sólo un breve tramo por completar aquí. Hay que fijarse en el bello legado que nos deja ese ser, en todo lo que su presencia aquí ha ayudado a otros… Y recuerda: no muere la conciencia, sólo cambia de estado.

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